Nada me pertenece
Estas luces que tengo aquí escondidas
en el regazo de mi vientre
ya no me pertenecen.
Un ramo de amapolas, el corazón vacío, el licor de mi mesa,
este fuego voraz que me consume, fogonazo de pólvora en mi boca,
ya no me pertenecen.
Se me escaparon por las rendijas de una puerta mientras soñaba contigo caminos enmarañados e ignotos.
Estas entrañas que bailaban al son de tus palabras y reían al más mínimo gesto de tu aliento,
ya no son mías.
Se las llevó un vendaval de fiebre en una madrugada de vino y rosas junto as las golondrinas.
Aquella madrugada de canciones oscuras y danzas de azafrán
y de canela en rama.
El doblez de este vestido y esta falda.
Los broches de mi escote.
Ya no me pertenecen.
Se los llevó la mar jugando con tus dedos en noches de locura y de tormento.
Nada me pertenece que ya no sea el espacio entrañable que los dos compartimos una noche,
entre naranjos verdes
y frutas
encendidas.
Fotografía: S. Melgarejo.