Elijo ser piedra,
no quiero
que me duela tanto
lo que tanto me duele,
que me azoten los vientos del este o del oeste
huracanados, tenues o feroces
y no me hiera nada, ni me sangre la herida.
Que las águilas descansen en mis crestas y me acaricien los
gorriones o el zorzal.
Quisiera ser piedra sin que el aire me lleve.
Ni las nieves me hielen
Ni me abrasen los soles
Y seguir para siempre siendo
aquello que soy:
polvo de estrellas.