Le cambiaron los nombres a las calles y ahora está perdida en medio del laberinto.
Ya no encuentra su casa ni su puerta
y ni siquiera puede encontrarse a sí misma
porque le cambiaron los nombres a las calles y no puede vivir en ninguna parte.
Noche oscura del alma,
tras la esquina
vive el encapuchado que cerró la puerta cuando escapaba el inocente
de la furia de sus enemigos.
Silencio.
Hay un niño que nace entre los lamentos de su madre
y un hombre que muere torturado entre lamentos de sí mismo
a manos de las sanguijuelas.
Le cambiaron los nombres a las calles.
Y nadie encuentra ya su casa
ni su puerta.
El mundo herido gritará a la conciencia por los siglos
de los siglos.
de los siglos.
Fotografía: Matamoros Burzaco
Autor: Juanjo Mediavilla