Enero ya se aleja
con sus estrellas rutilantes, sus violetas erguidas
y su luna.
Quise suplicarle para que no marchara,
sólo me regaló
no más un día.
Treinta y uno de Enero de cada año.
Un día puede ser toda una vida.
Enero ya se aleja
dejándome su luna tempranera
y mis zapatos colocados delante del balcón
esperando el regalo de tu dicha.
Me olvido de la hiel de tus palabras.
No me gustan las bromas que me hieren
ni que me hacen llorar.
Enero marcha.
No sé si volverá el año que viene.
Aunque de todas formas yo le espero.
Imagen: La Tempestad, de Oskar Kokoschka
Óleo sobre tela