Un
silencio imposible se expandió por toda la cordillera de los Alpes,
bajó
a los Pirineos,
a
los aledaños de Sierra Mágina
y
llegó hasta el Ecuador para convertirse en extraordinarias lenguas de fuego.
Y no
hubo cuerpo ni alma que pudiera creerse tamaño desvarío ni locura.
Porque
abrasó los cortijos andaluces, las yerbas del camino y tu mirada.
Y ya
no encuentro ojos, ni murallas,
ni
cielo donde posar la mía.
-Qué
me estás diciendo Amor. Qué es lo que hablas. Qué ponzoña de espanto es la que
explicas.
-He
perdido los zarcillos, mi anillo de casada y casi mi inocencia.
-Ponle
puertas al mar.
-No
se puede cerrar el mar.
Un
silencio imposible se extendió de pronto por toda la cordillera de los Alpes,
bajó
a los Pirineos,
y
hasta los aledaños de Sierra Mágina.
Llegó
al Ecuador y luego
al
mar.
-Ponle
puertas al campo y deja que canten las olas mientras cubren tu soledad
y
apagan el fuego que te abrasa.
-Deja
mi soledad en paz.
El
mar me espera.
Mientras
tanto, los vientos braman despavoridos a su libre albedrío.
Y el
Silencio sigue silbando entre las peñas de los Alpes por los siglos de los siglos.
Fotografía: Antonio Lopez Vega