miércoles, 29 de enero de 2014

Te llamabas Mañana







Te llamabas Mañana, y nunca amanecías 
escondida por siempre tras los visillos de tu habitación mirando como cantaban las estrellas
y una lágrima furtiva
que se mira en el agua.
Mañana
porvenir, ventura iluminada, sueño de luces y de espejos.

Cuando serás Mañana, para cuando promesa, día, canción de cuna junto al cristal salpicado de lluvia.

Tu nombre: Mañana
tu nombre ¡ay! 

Te llamabas Mañana y eras tarde
melocotón dorado de sol
y de naranjo
tarde de siesta en sueños de gloria y de sonrisas. Olor a trigo, a huerta, a fuente.
Te llamabas Mañana,
y nunca amanecías.

Mientras que yo esperaba un sueño de lunas y de espejos
junto a tu amanecer furtivo 
y cauteloso.

Imagen: Oleo sobre tela de Goxwa



viernes, 24 de enero de 2014



 Los silbidos del viento punzando las ventanas
atraviesan el paso de la noche mendiga.
Una esquina, un reloj, un cajero automático,
los efluvios de alcohol empapando la niebla de la vieja ciudad.

Calló la noche, calló la luna, calló el olvido
mientras los asesinos huían dejando el rastro de dolor, de silencio de miseria y de muerte.
Los efluvios de alcohol ardieron junto a la gasolina.
Todo quedó callado y pálido en llanto desgarrado,
convirtiendo en cenizas el cuerpo frágil de una niña de cincuenta años que dormía su sueño entre cartones.

Lloraron los pasos de la noche mendiga
en ese alarido cruel que clamó circunstancias.
Lloró el dolor, y lloraron los rincones de las plazas y calles
sin que de las paredes la sangre,
ay, se derramara.
Lloró el asfalto
Lloró el perro vagabundo
en el temblor de los contenedores.
Y hasta la luz de las estrellas
huyó despavorida.


(Fragmento)


Fotografía de mi querido amigo Xuan Rata

jueves, 16 de enero de 2014

Una lavadora para salvar a España



Déjelo ya, princesa
Déjelo,
y póngale un cero a su abogado
por haber insultado a nuestra inteligencia
y al amor que sentimos las esposas
por aquel que un día puso su vida en nuestras manos.
Déjelo ya.

El amor no se utiliza para lavar aquello que tan indignamente mancillamos.

Y lo que sucio está, sucio se queda,
maloliente, manchado, destrozado,
a menos que se enfrente a la piedra,
al agua
o al jabón de las manos expertas en estos menesteres. Honra. Profesión.

 Nada de esto ha sucedido, y los ropajes
andan oliendo a mugre
a cieno y a hojarasca.
A podredumbre quieta.
A desapego, a ingratitud, a soberbia. Asco.
Vómito.

La altura y la bajura las da el comportamiento,
los hechos, las acciones
los actos
y no se es más grande por haberse subido a una escalera
para luego romperte en la caída
como si fueras un títere de barro. 
O
Nada.
             Nada.
                           Nada.
Nada, princesa.
Ya no hay grandes de España.
Tan solo enanos en busca del alimento de los pobres.



miércoles, 15 de enero de 2014

Mujer encinta




En mi tu peso joven, hijo mio.

Esta dicha de hacerte cada día.

Tu medida mordiendo mi costado.

Tu palabra en silencio todavía.

Tu corazón de luz en mi tiniebla.

Tus manos en mi carne dividida.

El color de tus ojos y tu pelo.

El aire de tu beso y tu sonrisa.


Como un árbol de sangre, de mi sangre,

toda esta nueva vida, de mi vida.


Pero, hijo mío ¿quién te escucha, quién

te espera? ¿Quién vela entre los hilos

del lunes que vendrá o entre el oscuro

rumor del marzo aún no nacido o entre

las espirales ciegas de los días

que aún andan bajo tierra?

¿Quién?


Poema de JUAN GELMAN (Fragmento)
Imagen de Gustav Kilimt